El mejor tratamiento es la prevención, una vez instaurado el síndrome es imprescindible movilizar activamente la extremidad afectada, junto con un apoyo psicológico, al tratarse de una enfermedad crónica, puede provocar ansiedad y depresión. El diagnóstico precoz es fundamental para un pronóstico favorable.
Redactada por la pluma ingeniosa de
Fernando Molero